Rima XII (Bécquer)

PAO-UNIFICADAOriginal

Autor: Gustavo Adolfo Bécquer
Adaptación: José María De Benito, ‘Xema’
Idioma: Andaluz
Norma: PAO-UNIFICADA

Rima XII

Porque son, xiquiya, tus ojitoh
berdeh como la mâ, te quejah;
berdeh loh tien lah náyadeh,
berdeh loh tubo la Minerva,
i berdeh son lah niñah
de lah juríh der profeta.

Er berde’h gala i onnamento
de l’argaba’n la primabera;
entre suh siete coloreh
briyante l’Irih lo alardea.

Lah ehmerardah son berdeh,
berde’r colô der qu’ahpera
i lah ondah de l’ozéano;
i el laurê de loh poetah.

Eh tu carriyo trempano
rosa d’ehcarxa cubierta
en la qu’er carmín de loh pétaloh
se be a trabéh’e lah pellah.

I, con to i con eso,
sé que te quejah,
porque tus ojitoh
creeh que l’afean;
poh, no lo creah;
que paezen tuh niñah,
úmeah, berdeh i desinquietah,
trempanah ojah d’armendro,
qu’ar soplo de l’aire tiemblan.

Eh tu boquita’e rubíeh
púrpura graná abierta,
que n’er berano combía
a apagâ la seh en eya.

I, con to i con eso,
sé que te quejah,
porque tus ojitoh
creeh que l’afean;
poh, no lo creah;
que paezen, si enritáh
tuh niñah xihporrotean,
lah olah’e la mâ que rompen
en lah cantábricah peñah.

Eh tu frente coroná
por melena d’oro n’anxa trenza,
nebá cumbre’n en la qu’er día
su úrtima luh refleja.

I, con to i con eso,
sé que te quejah,
porque tus ojitoh
creeh que l’afean;
poh, no lo creah;
que, entre lah rubiah pehtañah,
al lao’e lah sieneh, paezen
broxezitoh d’ehmerarda i oro,
qu’un blanco armiño agarran.

Autor: Gustavo Adolfo Bécquer
Idioma: Castellano
Fuente: Rimas

Rima XII

Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las hurís del profeta.

El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta.

Las esmeraldas son verdes,
verde el color del que espera
y las ondas del océano;
y el laurel de los poetas.

Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.

Y, sin embargo,
sé que te quejas,
porque tus ojos
crees que la afean;
pues, no lo creas;
que parecen tus pupilas,
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro,
que al soplo del aire tiemblan.

Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta,
que en el estío convida
a apagar la sed en ella.

Y, sin embargo,
sé que te quejas,
porque tus ojos
crees que la afean;
Pues, no lo creas;
que parecen, si enojadas
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.

Es tu frente que corona
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.

Y, sin embargo,
sé que te quejas,
porque tus ojos
crees que la afean;
pues, no lo creas;
que, entre las rubias pestañas,
junto a las sienes, semejan
broches de esmeralda y oro,
que un blanco armiño sujetan.

Ojo verde de Olga Komisarik