Er corazón mecánico 3ª Entrega

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PAO-UNIFICADOOriginal

Autor: Miguel Ángel Hiniesta Sánchez
Traducción: José María De Benito, ‘Xema’
Idioma: Andaluz
Norma: PAO-UNIFICADO

Er corazón mecánico, 3ª Entrega


Dezimoprimera parte

El Adrián s’ehcabuyó pol lah ehcalerah der serbizio i abajando a la caye púo paseâ i dándole güertah a l’edifizio encontró un templo cubrío por reeziyah i andamioh. Entró pol la potenna arrimándose ar retablo mayô qu’ehtaba medio ehmantelao. Miraba curioso cómo una sozieá relebaba a suh ídoloh pa suhtituilloh por no sé’r qué. Y’abían retirao toloh banquitoh’e maera. Entonze se sentó n’er suelo i lo dio por güen sitio. D’él empezaron a salî jiloh d’oro, s’enrohcaban a su cuerpo i pexo i paeziendo de salî d’ayí jiraban i daban güertah en su lijereza arreô suyo i la onda se gorbía mah tibia i mah briyante, lah belah mecánicah que queaban ehparriáh s’inclinaban enzendíah pa él. Loh caboh doraoh encomenzaron a apuntâ par zielo e iban cargándose de luh fría, entonze d’eyoh salió una onda cálìa qu’atrabesó con su potenzia dihcreta’r texo i er zielo i lah nubeh i lah armófferah i lah nebulosah i lah galassiah i loh bujeroh. I atrabesáh tolah ehferah se conehtó ar sê unibersâ…


Dezimosegunda parte

Sin briyo lo jayaron unoh guardiah i a rahtrah se lo yevaron de la ilesia i no balía ehplicazión, ni denguna cosa se poía dizî pa que jizieran por tenê razón. Se reconozían mu bien loh coxeh porque eran de colô grih i la dihtanzia era relatibamente corta. I durante’r camino, en er que se l’abía rajao una manga, tenía’n su mente, conserbándola íntima, la plegaria qu’abía jexo.

I en er poquito tiempo qu’ehtubo ayí, enanteh de qu’amaneziera, lo gorpearon i lo encueraron dejándole apoyao’n lah paereh suziah i el Adrián s’arrepentía d’aqueya melenita porque con eya l’agarraban i le obligaban a arrahtrarse por er suelo d’ormigón…


Dezimoterzera parte

Er menihtro le liberó retirando loh cargoh i l’apuntaba con la serieá de la dihcrepanzia. El Adrián ende’r siyón d’atráh i jerío i ehnúo i sereno miraba con los ojitoh yenoh’e lágrimah i lah líneah de l’agua enrojezíah. No jaciendo ni por agarrâ l’americana que le cubría le peía que le dejara d’irse, irse d’ese paíh que no comprendía, entendía ni quería de comprendê ni comprendello i recordaba Alemania i su adolezzenzia difízî pero pasable n’un paíh que jablaba entoabía de pogreso soziâ i que no abía arzedío ar totalitarihmo de la uniformizazión i la téhnica. Pero eso a su anfitrión en su mah jondo interiô le jería porque era cozziente de qu’er futuro ehtaba n’eyoh i en suh manoh, en suh rebihtah i probetah porque su paíh, con su pogreso, con su morâ abía sío ehcapáh de cabilâ argo imposible ante’r rehto’e nazioneh uropeah. I el Adrián sabía de que pa na serbía un paíh que fabrica un corazón si quien lo rezibe no siente…


Dezimocuarta parte

No percuró de pasâ esaperzibío, seguía jaziéndose lah trenzah i a la moíhta l’encargaba ropa mah alegre si cabe i empezó a suhtituî loh rojoh i loh azuleh pol loh berdeh i amariyoh. Con loh cudiaoh se jue recuperando i asín ehtubo un par de meseh. En la mehmita semana que l’arreglaron er diente, porque n’uno’e loh gorpeh perdió un canino, er menihtro s’arrimó i le dio n’un sobre’r pasaporte i toito lo nezesario pa yegâ a Portugâ. Tan i mientrah jazía la maleta, la Ana exó con dihcrezión la pursera’e platino i se sintió liberá.

Era un día soleao, frío, pero soleao. I a l’abajâ con er borso’n la mano s’encuentra ar menihtro der pin de zihne i ehte endihpuéh de salùalle l’ofreze, si lo nezesita, de yeballe pa la’htazión i rearmente agraezío el Adrián rexaza la oferta. Su coxe se dirijió par pallamento i er de nuehtro xico a l’apeaero. Con loh burtoh en su bagón el Adrián le dijo adióh ar xófê i en tren, sale d’Ehpaña.


Febrero de 2022 en Güerba capitâ



Autor: Miguel Ángel Hiniesta Sánchez
Idioma: Castellano

El corazón mecánico, 3ª Entrega


​​Decimoprimera parte

Adrián se escabulló por las escaleras del servicio y bajando a la calle pudo pasear y dándole vueltas al edificio encontró un templo cubierto por redecillas y andamios. Entró por la poterna acercándose al retablo mayor que estaba medio desmantelado. Miraba curioso como una sociedad relevaba a sus ídolos para sustituirlos por no sé el qué. Ya habían retirado todos los banquitos de madera. Entonces se sentó en el suelo y lo dio por buen sitio. De él empezaron a salir hilos de oro, se enroscaban a su cuerpo y su pecho y pareciendo salir de allí giraban y daban vueltas en su liviandad entorno suyo y la onda se volvía más tibia y más brillante, las velas mecánicas que quedaban esparcidas se inclinaban encendidas hacia él. Los cabos dorados empezaron a apuntar hacia el cielo e iban cargándose de luz fría, entonces de ellos salió una onda cálida que atravesó en su potencia discreta el techo y el cielo y las nubes y las atmosferas y las nebulosas y galaxias y los agujeros. Y atravesadas todas las esferas se conectó al ser universal…


​​Decimosegunda parte

Sin brillo lo encontraron unos guardias y a rastras se lo llevaron de la iglesia y no valía explicación, ni ninguna cosa se podía decir para que hicieran por tener razón. Se reconocían muy bien los coches porque eran de color gris y la distancia era relativamente corta. Y durante el camino, en el que se le había rasgado una manga, tenía en su mente, conservándola íntima, la plegaria que había hecho.

Y en el poco tiempo que estuvo allí, antes de que amaneciera, le golpearon y le desvistieron dejándole apoyado las paredes sucias y Adrián se arrepentía de aquella melenita porque con ella le agarraban y le obligaba a arrastrarse por el suelo de hormigón…


​​Decimotercera parte

El ministro le liberó retirando los cargos y le apuntaba con la seriedad de la discrepancia. Adrián desde el sillón de atrás y herido y desnudo y sereno miraba con los ojos llenos de lágrimas y las líneas del agua enrojecidas. No haciendo ni por sujetar la americana que le cubría le pedía que le dejara irse, irse de ese país que no comprendía, entendía ni quería comprender ni comprenderlo y recordaba Alemania y su adolescencia difícil pero transitable en un país que hablaba aún de progreso social y que no había accedido al totalitarismo de la uniformización y la técnica. Pero eso a su anfitrión en su más profundo interior le hería porque tenía consciencia de que el futuro estaba en ellos y en sus manos, en sus revistas y probetas porque su país, con su progreso, con su moral había sido capaz de elucubrar algo imposible ante el resto de naciones europeas. Y Adrián sabía que nada servía un país que fabrica un corazón si quien lo recibe no siente…


​​Decimocuarta parte

No trató de mantener un perfil bajo, seguía haciéndose las trenzas y a la modista le encargaba ropa más alegre si cabe y empezó a sustituir los rojos y los azules por los verdes y amarillos. Con los cuidados se fue recuperando y así estuvo un par de meses. En la misma semana que le arreglaron el diente, porque en uno de los golpes perdió un canino, el ministro se acercó y le dio en un sobre el pasaporte y todo lo necesario para llegar a Portugal. Mientras hacía la maleta, Ana echó discreta la pulsera de platino y se sintió liberada.

Era un día soleado, frío, pero soleado. Y al bajar con el bolso en la mano se encuentra al ministro del pin de cisne y este después de saludarle le ofrece, si lo necesita, llevarle a la estación y realmente agradecido Adrián declina la oferta. Su coche se dirigió al parlamento y el de nuestro chico al apeadero. Con los equipajes en su vagón Adrián se despide del chófer y en tren, sale de España.


Febrero de 2022 en Huelva capital